sábado, 21 de febrero de 2009

Breve enciclopedia de los deportes: 1/Rugby

Hay ciertas tendencias que resultan inmodificables. Taras incurables que se resisten a cualquier esfuerzo correctivo. Se suceden incapaces lo remedios, pero con una persistencia tenaz el defecto asoma su sucia cabeza. Es la marca indeleble que deja el pecado cuando está al origen.

Dicen que nació en una escuela homónima, cuando durante un partido de futbol uno de los jugadores tomó inopinadamente la pelota con las manos y comenzó a correr hacia el arco de enfrente. La furia de propios y rivales fue tal que lo persiguieron hasta derribarlo. Un juego que nació de una infracción a otro, como un hermano bastardo y enfermo.

El inicio presupone un destino, fatal a veces. Así, mientras que en otros juegos las faltas constituyen un hecho lateral y esporádico, en el rugby asumen una importancia desmedida. Se suceden, y más aún, se superponen, con una lógica aleatoria, propia de un aluvión. De esta manera, el juego se despliega caprichoso, como el incierto rodar de su elemento, también una deformación de la perfecta esfera.


Esta situación sobredimensiona el papel del árbitro. Una especie de cartesiano que debe lidiar con la ardua tarea de distinguir entre lo múltiple. Sin embargo, para su suerte, se haya protegido por el secreto de su arte, ya que ni el público y menos aún los jugadores, comprenden cuál es el criterio que guía sus sentencias. Metáfora eficaz del poder que adquiere el que administra la justicia si cuenta con la ignorancia de los sometidos a ella.

El resultado es un complejo sucederse de normas, que se amplían y cambian periódicamente, ya que el reglamento está obsesionado en doblegar el sentido común. Todo en él parece querer entorpecer las acciones que resultaría natural llevar a cabo, para conseguir los objetivos planteados.

La complejidad, de todos modos, si bien es fatal a la comprensión, tiene a veces efectos benéficos insospechados y algunos conmovedores. Entre ellos la necesidad de especialización que convoca a participar sin excepción a casi todos los tipos físicos posibles. Esto lo convierte en el juego quizás más inclusivo que exista.

Sin embargo, a esta amplitud material se opone una cierta estrechez espiritual. La confusión de sus reglas no basta para contener la violencia ínsita en el juego. Esto lo hace apto para ser practicados solamente por “caballeros”, lo cual constituye un límite cierto. Los defectos de las reglas se salvan entonces con la confianza en una condición humana superior. Esto tiene su costado encomiable, ya que la virtud se muestra mejor cuando no esta mandada por la necesidad.
Como sucede en todos los órdenes de la vida, de la que los juegos son reflejo fiel, se puede extraer una conclusión doble. La ausencia de límites que impone una normativa clara es nociva en cuanto a la estética, pero brinda, aún con sus peligros, una brillante ocasión para que el hombre despliegue su ética mejor.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

como nadie comentó nada... te hago un aporte de algo que escribí en pleno auge mundialístico

VIVAN LOS GORDOS
Jamás tuve complejo alguno con mi cuerpo pero sin embargo, desde el vamos me sentí afuera.
Mucho término en inglés que no entendía. Que pálida men... , mi colegio no era bilingüe.
Mucha papita en la boca y exceso de camarilla.
Creerse que al mundo te lo podés llevar por delante, por ser forward (así se escribe?) me pareció siempre una pavada atroz.
Un deporte donde lo más importante, la pelota, por largos períodos ni se la ve, sepultada por un racimo de culos al que le llaman volante, o más canchero... “maul”...
Un árbitro que -como su nombre lo indica- cobra arbitrariedades que nadie entiende, pero que curiosamente se respetan.-
Esa costumbre de llamarse “chicos” aún cuando ya no lo sean tanto...
Ese hablar en código, tal que, si no estás in, te quedás out, y ese hacer del grupo un Dios aparte.
Una nueva religión dominada por normas de claro tinte homosexual. Frases tales como que los amigos están antes que las minas... jamás las entendí, ni por supuesto compartí.-
Sin embargo, hay algo que ahora veo con mucha simpatía del rugby.
Es el único deporte que revaloriza a los gordos.
Es un juego donde a los gordos se los mira con cariño. Y además resultan útiles.
No importa que no sean veloces, ni que no sean ágiles. Los gordos sirven por ser tales. Siempre que pongan huevos y presionen en el scrum... se les permite lucir su figura y su panza sin complejos.
Y además no deben hacer régimen para adelgazar. Si lo hicieran perderían automáticamente su lugar en el equipo. Por el contrario se les da alimento balanceado para que no pierdan ni un gramo de peso.
Que maravilla... Si volviera a ser joven, y si fuera a un colegio bilingüe, creo que empezaría a jugar al rugby. Pero no porque me guste el juego -que me parece horrible- sino para ser un gordo reconocido y valorado como tal.-

La herida de Paris dijo...

Es una injusticia a vos mismo. Tu físico nunca te impidió ser un buen deportisa, arquero sobrio, tenista bien vestido, golfista de imponentes drivers. No hubo necesidad de sacrificar tus kilos al deslucido deporte de la ovalada .
Abrazo

Estrella dijo...

Estuvo bien el gordo cincuentón.

Opi, nada puedo decir sobre este post. Todos los deportes donde haya una pelota se me hacen imposbles de comprender, es decir, casi todos. A pesar de haber tenido un padre capitán de rugby del CASI y un hermano, campeón de squash.

A pesar de las pelotas, disfruté de la lectura y espero el próximo deporte.
Saludos!

La herida de Paris dijo...

Gracias Estrella. Yo fui siempre malo para los deportes, aunque practiqué bastantes. El squash fue mi último intento.
Veremos si desde el análisis de su realidad objetiva que intento, me va mejor. La próxima parada de la enciclopedia creo será para el tenis.

Al Gordo en cualquier momento lo asocio como corresponsal, desde Victoria, Pcia de Bs As.
Saludos.