sábado, 18 de agosto de 2012

Ser y piel


La filosofía clásica, desde Platón, relegó la superficie a un papel secundario, mera apariencia poco fiable de una verdad profunda.

A partir de Nietzsche, en cambio, se ha producido su revalorización, al punto de ser declarada por Deleuze un absoluto. El planteo clásico pasó a ser desde su óptica una formula de selección cuasi represiva, con el objetivo de denunciar otra forma alternativa de verdad, el simulacro.

Lo concreto es que desde entonces la superficie en general goza de muy buena salud. La actualidad está condensada en la bidimensionalidad de una pantalla. En este contexto, la piel, privilegiada por su condición humana, ocupa el centro de la escena. Nunca como en estos años nos hemos ocupado y preocupado por ella. La protegemos con untuosas cremas y ocultamos sus imperfecciones que el tiemplo implacable delata. Vivimos, no cabe duda, una era dermatológica.

Cuánto esta “nueva” piel es determinante para la esencia del ser humano es lo que plantea ya desde su título la última película de Almodovar La piel que habito. Recorriendo un amplísimo espectro de posibilidades, la trama se pregunta sucesivamente por esta antigua relación entre el ser y la piel, estableciendo relaciones que evolucionarán desde la dependencia hasta una insumisa libertad. La piel, además, será presentada en una amplia gama de connotaciones que van desde la piel humana, la transgénica, el body símil-piel, el vestido, el disfraz y la máscara. Pieles de pieles, que construyen capas de significado que van espesando el relato.

En el primer estrato tenemos la mujer del cirujano, quemada en el accidente. Puede vivir mientras no tiene conciencia de su imagen, el día que por casualidad toma contacto con su aspecto, opta instantáneamente por el suicidio. Su ser no puede soportar su piel, en la que ya no se reconocen los rasgos humanos. Pareciera ser que sin piel no hay rostro, y sin rostro no hay ser, según el credo que el cirujano expresa con frialdad entre sus pares.

En segundo lugar sucede lo que constituye el núcleo de la historia. El cambio total en la piel de una persona intenta determinar su existencia. Un cambio que no es solo de piel –es justo decirlo–, sino que además tiene implicancias más profundas El cambio de sexo es un cambio en el espacio, que no puede reducirse a lo estrictamente superficial. Sin embargo, se hace notar que este cambio, de entidad más profunda, en realidad nunca llega a configurarse del todo, a pesar de la violencia con la cual se intenta hacerlo funcionar.


El cirujano, que logra en un modo perfecto su objetivo a nivel superficial, fracasa cuando el asunto adquiere una tercera dimensión. Su profesión, por otra parte, lo vincula con su víctima, unidos ambos por un quehacer similar. La profesión del modisto víctima del experimento y la del cirujano parecen separadas solo por una cuestión de grado. Ambos realizan las mismas operaciones, pero sobre pieles materialmente distintas.

Es sintomático que el cirujano, a pesar de su pericia técnica en apariencia sin límites, no consigue crear más que un duplicado de su antigua mujer. Con esto parece aludirse a uno de los límites de la creación humana que, a pesar de los adelantos científicos, está condenada a repetirse. Su accionar no pude superar la superficie, mientras el ser se le resiste en las profundidades de la trascendencia. Solo a Dios le cabe el papel de Creador en sentido absoluto.

El final alumbra una perspectiva ética. Al reconocer su antigua imagen, la nueva mujer reconstruida desde su piel encuentra su verdadera identidad que aflora con ímpetu arrollador. Cae el encantamiento que la piel producía, dejando al descubierto su condición de simulacro. Las dos palabras finales con que se cierra la película, “soy Vicente”, se afirman contra toda apariencia y muestran de un modo contundente que el ser es, en definitiva, irreductible. Una conclusión que no deja de sorprender extraída a un héroe de la transversalidad, como Almodovar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pensar que me levanté y me fui. No la pude tolerar. Me di cuenta que se transmitía algo profundo pero me desagradaba y opté por la retirada. Gracias por esta explicación.